Creo que no entendiste nada
sobre lo que dije de Aristóteles y de por qué me parece ridículo que lo usen de
comodín para cualquier discusión sobre el sentido del drama. Repugnante troll:
tus comentarios, anónimos, no merecen respuesta, me detengo contigo porque
pienso que en mi texto pasé de largo algunas ideas y espero que responderte les
sirva también a otros. Trato de ser preciso, a ver si queda claro:
Aristóteles no era infalible. Se equivoca
mucho. Si la ciencia fuera tan estúpida como nuestros teatreros, todavía
pensaríamos que dos cuerpos caen a diferente velocidad en proporción a su peso.
Eso lo dijo Aristóteles. En este siglo, los únicos que creen que una bola de
boliche cae miles de veces más rápido que una canica, son nuestros teatreros.
También creen que la mejor definición del personaje es “el que ejecuta las
acciones”. Así son ellos.
Aristóteles tiene como referencia las obras de
su lugar y tiempo. De ellos, incluso no toma todo. Por ejemplo: poco sabemos
sobre lo que fue el teatro de calle en Grecia. Lo que sí sabemos, es que tuvo
una importancia, por lo menos una presencia, mayor que la misma tragedia. Pero
vamos al punto: sostener cualquier argumento sobre el drama, en estos tiempos,
citando a Aristóteles, es como intentar llegar a la luna en un trirreme. Son
dos mil quinientos años, dos mil quinientos años de evolución del drama. No
mames.
Concediendo lo inconcedible, ni siquiera sabes
bien qué dijo Aristóteles. La mayor parte de las citas y verdades torales que
se le atribuyen sobre el drama, vienen de traducciones a modo que se dieron con
el tiempo para justificar posturas de una época. Es decir, aun cuando no
creyeras en mis dos primeros argumentos, antes de citar la Poética, deberías
revisar si realmente estás citando la Poética.
Este asunto es menor, pero no quiero dejarlo
pasar. La Poética no es un tratado, la mayoría de los críticos coinciden en que
es una colección de apuntes para clase. Por eso está tan desordenada, por eso
hay ideas que pasa de largo y otras en las que se entretiene sin sentido, por
eso, hasta en la mejor traducción, siempre encontrarás que hay ideas que no
amarran con las otras.
Ya todo lo del personaje no voy a repetirlo ni
desglosarlo ahora. Solo debe quedarte claro que si lees bien el texto original,
el que llegó a nosotros, si lo lees con cuidado e inteligencia, encontrarás que
el concepto de personaje todavía no está cuajado en la Poética. El concepto de
personaje irá tomando forma durante todos estos siglos. Por decirlo de manera
simplona: Aristóteles nunca habló del personaje, tiene ideas que son
importantes para su configuración, pero no lo ve. No lo alcanza a reconocer o
no le interesa.
En cuanto a lo demás, te doy algo de razón:
Fernando de Ita siempre ha hablado bien de mí por cariño. Creo que también por
respeto, pero, sobre todo, por cariño. Pretender que eso le quite méritos es
estúpido e infame de tu parte, en tal caso a quien le quitará méritos es a mí,
pues buena parte de mi fama se la debo a sus estridentes pregones. Tal vea no
lo sepas, y si lo sabes, por infame prefieres ignorarlo, pero no existe nadie
en este país que pueda hablar con tanta autoridad del teatro como Fernando de
Ita. No solo es un decano de nuestro periodismo cultural. Fernando de Ita ha
recorrido la legua, ha visto el teatro que se hace en absolutamente toda la provincia
de nuestra República Teatral. Eso ha sido por décadas y nadie más lo ha hecho.
Nadie en nuestro país, además, ha visto tanto teatro del mundo y lo ha
discutido de manera feroz con sus creadores. Además, durante años, he sido
testigo de su disposición para pelear por los derechos y la dignidad de
nuestros teatreros. Cualquier teatrero en este país que se topa contra el
desdén y el abuso de las instituciones, al primero que busca es a Fernando de
Ita. Eso lo saben todos. Comparar a Fernando de Ita, no solo es infame, te
muestra desinformado. En resumen, no solo yo le debo mucho a Fernando de Ita:
todos los teatreros en este país, nuestro mismo teatro, le debemos mucho a
Fernando de Ita. El teatro en México hoy sería una cosa muy diferente, muy menor,
si no fuera por de Ita.
Nunca borro mensajes, aunque sean anónimos,
aunque sean soeces, como el tuyo. Este lo borré no por lo que digas de mí, lo
borré porque eres infame con gente que quiero y respeto. Conmigo, lo que
quieras, con mi gente, no te metas. Ni tú ni nadie.
Y para terminar: te respondí con toda decencia,
pero cuando sepa quién eres, ten la seguridad de que te voy a embarrar el
hocico contra la banqueta hasta dejarte sin dientes. Baboso.